viernes, 12 de enero de 2018

Bratislava (Eslovaquia)


     Después de nuestra visita a Praga, que ya publicaré en otro blog, nos quedaba pendiente una visita a Viena y Budapest, las otras dos ciudades imperiales que nos quedaban por visitar. Pero como dejar Bratislava (Eslovaquia) en el camino, si estaba tan cerca de Viena, a menos de 60 km de distancia... pues la incluimos en nuestro viaje, además nos vino muy bien porque nos salió el vuelo más económico, ya que volamos a Bratislava en lugar de hacerlo a Viena.
El primer consejo que suelo dar para este tipo de viajes es que sean de cara al verano, para aprovechar la luz, porque si no lo haces así, desaprovechas mucho tiempo, ya que en invierno a las cinco de la tarde ya se hace de noche. Nosotros casi todos los viajes los solemos hacer en primavera o verano, alguna vez hemos hecho alguno cerca de las navidades por el capricho de ver el ambiente y ver los puestecitos navideños, pero como digo es más acertado con buen tiempo.
Nuestro itinerario fue el siguiente, primero volamos a Bratislava, llegamos a las nueve de la mañana, tuvimos todo el día para pasear por sus calles, es una ciudad pequeña y como bien decían en la mayoría de los foros en un día te da tiempo a ver la ciudad. Efectivamente no es comparable a otras ciudades como Viena, pero tiene un encanto especial que no nos quisimos perder. Desde allí fuimos a Viena en tren, tardamos menos de una hora, pues Bratislava-Viena son las dos capitales europeas más cercanas, a unos sesenta km de distancia. Y después de pasar unos días en Viena, nos fuimos a Budapest, donde pasamos el resto de días que nos quedaban para acabar nuestro viaje y desde allí volamos a Madrid.
Para planificar vuestro viaje os diré que hay mucha diferencia de precios entre Viena y Budapest. Los precios en general son más caros en Viena y sobre todo los hoteles, son infinitamente más caros, es una ciudad más señorial. Budapest es más asequible en todos los sentidos y no por ello menos bonita. Son muy diferentes. De hecho yo no sabría con cual quedarme. Por un lado Viena es grandiosa, señorial, muy estilo "Sissi" (para que me entendáis). Budapest es totalmente diferente, pero una preciosidad, a mi particularmente me encantó. Pero hay gustos para todo. Si por ejemplo vais a pasar una semana, podéis estar tres días en Viena y cuatro en Budapest, y aun así te saldrá más económicas las cuatro noches de hotel de Budapest.
Salimos de Madrid sobre las seis y media de la mañana, no recuerdo bien, sólo se que sobre las nueve ya estábamos en Bratislava (Eslovaquia). Lo que hicimos fue coger un bus que nos llevaba al centro de la ciudad, el 61, que se coge a la salida del aeropuerto y de ahí fuimos a llevar las maletas a la estación de trenes donde dejaríamos las maletas en una consigna, puesto que allí tendríamos que volver al anochecer para dirigirnos a Viena.
Elegimos esa hora de volar porque al llegar a las nueve de la mañana, aprovechábamos todo el día para conocer la ciudad, ya que luego iríamos a dormir a Viena.
Para situaros mejor os diré que el idioma que hablan es el eslovaco, pero también hablan el checo, alemán e inglés. La moneda es el euro.
Es una ciudad pequeña que está situada a ambos lados del Danubio y es considerada por muchos como uno de los cascos históricos más bellos y desconocidos de Europa.
Se puede conocer muy bien caminando. Las construcciones más destacadas se encuentran en la Ciudad Vieja, allí podemos ver la Puerta de San Miguel (foto de la izquierda), única puerta que se ha preservado de las fortificaciones medievales, y es uno de los edificios más antiguos de la ciudad. La Torre de San Miguel tiene 51 m de altura y la calle que pasa por la Puerta de San Miguel marca el Km 0 de Bratislava. Se representa con un disco que hay  justamente debajo de la puerta, donde se ven las direcciones y distancias de las capitales de varios países. Esta puerta es el acceso principal al casco antiguo.
El Centro histórico se caracteriza por tener numerosos palacios barrocos. Podemos destacar el Palacio Grassalkovich, del siglo XVIII, residencia del presidente eslovaco o el de Pauli, donde debutó el músico húngaro Franz Liszt con 9 años.




Otro de los lugares más emblemáticos es la Plaza de Hlavne Namestie (como la Plaza Mayor en España)  es una de las zonas de mayor actividad de la ciudad, en el centro se sitúa la fuente de Maximiliam, primer emperador de Bratislava. Esta fuente se construyó como reserva de agua para los incendios. A un lado de la plaza se encuentra el Ayuntamiento Viejo de la ciudad, mezcla de estilos gótico y renacentista. En otro lado está el Palacio Kutscherfeld, residencia del embajador francés y muy cerca se encuentra el Palacio del Primado, donde Napoleón y Francisco II de Austria firmaron la Paz de Presburgo. Y por allí también se encuentra la famosa escultura del soldado de Napoleón llamado Johann Evangelist, del que cuentan se enamoró de una enfermera y se quedó a vivir allí. En invierno guardan la estatua para resguardarla del frío.
La Catedral de San Martín, es otro de los edificios más llamativos de la ciudad, iglesia gótica del siglo XV, tiene una torre acabada en punta de 85 metros de alto, decorado en tonos verdes con filos dorados, en homenaje a las múltiples coronaciones que tuvieron lugar en este templo religioso, cuando aún Eslovaquia formaba parte del reino de Hungría.

A los que les guste la arquitectura y concretamente la Modernista, disfrutarán mucho con la gran colección de edificios de Art Nouveau que hay en Bratislava. Hay una villa muy llamativa en la calle Jesenskeho, en la plaza Safarikovo se encuentra un conjunto de edificios en tonos verde pastel muy curiosos y otro edificio modernista en la calle Sturova.
Pero la joya de la corona es la Iglesia Azul (conocida popularmente por este nombre), llamada Iglesia de Santa Isabel, aunque se encuentra un poco alejada del casco histórico, se puede llegar caminando. Es obra de uno de los mejores arquitectos de Art Nouveau de Hungría (por aquel entonces Bratislava aun formaba parte del imperio Austrohúngaro) fue construida en 1907- 1908.
Otra forma de visitar Bratislava es hacer la "ruta de la coronación". Consiste en ir visitando los lugares que nos marcan unas pequeñas coronas situadas en el suelo de algunas calles, que siguen el recorrido del antiguo festival de la coronación de la emperatriz Maria Teresa. Fue coronada el 25 de Junio de 1741 como Reina de Hungría en la catedral de San Martino, y al igual que todos los soberanos coronados en Bratislava, después de la ceremonia recorrió con la procesión real las calles del casco antiguo dentro de las murallas. 


Hablando de rutas, hay una muy divertida y curiosa dentro del casco histórico y consiste en ir buscando esculturas callejeras fundidas en metal, en poses muy diferentes. Esto da una nota de color a la ciudad desde los años 90, después de toda la época comunista que vivieron. 
La verdad es que llaman mucho la atención de los turistas, ya que tienen ese toque ingenioso que les diferencia del resto de esculturas que podemos ver en otros países.
Una de las que nos pareció más curiosa es la de "Cumil". Es un obrero que sale de la alcantarilla a descansar de su jornada de trabajo. El nombre viene de cumit, que significa cotillear.
Otra muy curiosa es la del "Paparazzo de Bratislava", un periodista a la caza de alguna foto interesante de algún famosillo del lugar.
Si vamos hacia la Plaza "Hlavne Namestie", nos encontramos con una estatua de un "Soldado de Napoleón" que se encuentra apoyado sobre un banco, del que hablamos anteriormente.
Un poco más adelante, vemos a "Schoner Naci", el bello Ignacio. Se trata de un vagabundo de Bratislava que vagaba por las calles de la ciudad a principios del siglo XX. A pesar de ser vagabundo, iba vestido de forma elegante y siempre se quitaba el sombrero para saludar a los viandantes.
Y por último encontramos al "Guarda de la Ciudad",, un guardia que se encuentra en una garita donde vigila permanentemente el Ayuntamiento de la ciudad.
Estas son sólo algunas de las esculturas que te puedes encontrar recorriendo toda la ciudad.



En cuanto a la gastronomía eslovaca, es una de las más antiguas de Europa, tiene profundas raíces históricas. La climatología influye mucho en su alimentación, ya que sus productos tienen que aguantar el frío intenso y las nevadas que perduran al menos tres meses al año. Su base es la carne de cerdo, patata, harina, col y productos lácteos.
Hay gran variedad de restaurantes como en cualquier capital europea, no sólo de comida local, hay pizzerías, Kebabs, mexicanos, argentinos y un largo etcétera... pero como eso lo tienes en cualquier parte, mi consejo es comer comida local, que además está muy rica.
Nosotros fuimos buscando el Restaurante Pulitzer, donde se podía degustar comida local, además de ser un lugar de lo más agradable. La decoración muy original, todo estaba decorado con ambiente periodístico, había periódicos por todos lados, incluso la carta era uno de ellos. No nos defraudó, el precio estaba bien para lo que estamos acostumbrados en otros lugares. 

Y para bajar la comida, nada mejor que terminar subiendo al Castillo, desde allí podréis disfrutas de unas vistas espectaculares.